Te acercas despacio y en silencio,
tal y como el líquido vital te enseñó,
mirada triste pero alegre, cuando logro
con esfuerzo propio sacarte una sonrrisa,
pensemos en lo nuestro
quiero que toques con tu guitarra
mi canción favorita que tanto me gusta,
una bella tarde disfrutando
en las aguas termales que tanto me curan,
lo nuestro apenas empieza
aquí y ahora, solo sea en el tren para mi.
Me enloquece y el deseo me asfixia,
busco una cama en donde dormir
el sueño me debilita, tus largos
cabellos y tus delicados brazos
son mis largas cobijas que cubren
mi desnudez, tu traje de Eva es el colchón
para mi cansado cuerpo,
ahora solo necesito descanzar un rato,
siento y escucho tu respirar,
tomas aire y luego exalas el sueño
se convierte en la niebla que tanto inalamos,
tu corazón late fuertemente,
tu corazón late fuertemente,
no olvides que lo nuestro no lo borro
y lo tengo presente, aquí y ahora,
que solo sea en las aguas termales para ti.
Una rosa en aquel tren espacial,
frágil y suave, pienso en todos los viajes
intergalácticos que hiciste,
llegó tu día para ser feliz, no lo posponga,
de tu propia boca quiero oirlo una vez más,
como lo has dicho, llegó nuestro momento,
me arrecuesto en aquel árbol
solo pienso y en lo nuestro
que con tu boca, mirada y palabra
te comprometiste conmigo, por el momento,
aquí y ahora, vamos a este cuarto
de hotel, listos para ir a dormir,
en camas sepadas, pero no sepados,
vamos a dormir, y buenas noches para ti.
FIN
Edgar de Carlo
Derechos reservados.
(Tributo a Maetel, poema erótico)

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