
Una vez más
recorriendo el espacio,
caminando a flote, pero despacio,
al principio tuve que ser un delincuente
para vivir, los robots me persiguen
por mi delito,
el robo fue mi vida, mi alimento,
es mi pan de cada día,
los robots me persiguen por mi delito,
como mendigo y sin fe
me encontraste,
gracias Maetel por haberme salvado,
los robots me persiguen
por mi delito.
El beso de Maetel,
es el alimento más deseado,
que te deja enamorado
y drogado con ganas de más,
tan dulce como las drogas
que consumo,
tan estimulante como el sexo
sin copulación, el beso
de Maetel te roba el sueño,
el opio de mis labios.
Sola por la eternidad,
vagando sin rumbo en el espacio
infinito que solo Dios sabe
si termina o no,
Maetel con su maleta de misterios,
con un pasado doloroso,
desnuda en la ducha, en las aguas
termales de algún planeta,
cuando te veo en tu traje de Eva
siento que converso con un ángel
que me conduce a la salvación.
El beso de Maetel, el fruto
más delicioso,
es una embriaguez sin licor,
una relación sexual sin copulación,
inesperado que me quema
con su amor,
me llevas al Expresso 999,
en ese tren espacial, enorme
y casi siempre solitario
quiere que te acompañe a estar sola,
en el espacio infinito,
solos en las estrellas.
Desde la estación lo medito,
y tu beso es mi única realidad,
¿a donde vás Maetel, si supieras
que me estoy enamorando de ti?
¿donde vás Maetel?, quiero
acompañarte a estar sola
como un guatemalteco dice por ahí,
me quedaré en aquella estación
para esperar el Expresso Galáctico 999,
con la esperanza de verte nuevamente,
vaguemos juntos al espacio eterno,
en ese tren que pasa de planeta
en planeta, hay mucho qué hablar,
aunque tu silencio
y tus actos lo dicen todo,
Maetel, te espararé
solo y sin fe así me encontraste,
tu beso me drogó, me diste
una razón de creer.
FIN
Edgar de Carlo
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